“Ufff!!. Estoy demasiado asustado, para estallar”

Aunque el joven Elvis, de 21 años, no lo hubiera admitido, se podía sentir en él y escuchar en su voz. Tal vez por las luces brillantes o por las altas horas de la madrugada en la Ciudad del Pecado. Quizás fue por haber estado las últimas dos semanas trabajando para tratar de ganarse a un público tan educado como escéptico y aturdido.

Lo cierto es que esto no era lo que Elvis esperaba un par de semanas antes, el día 23 de abril de 1956, cuando hizo su debut en Las Vegas en el Venus Room del New Frontier.

El coronel Parker había conseguido un contrato para Elvis, Scotty Moore, Bill Black y DJ Fontana, para un compromiso de dos semanas en el hotel New Frontier de las Vegas.

Pero las Vegas, en 1956, aún no estaba preparada para Elvis.

Esa maniobra de Parker, aún a día de hoy, todavía se considera uno de sus grandes pasos en falso, aunque, en realidad, formaba parte de un plan más complejo.

DJ Fontana dijo: ‘No creo que la gente estuviera lista para Elvis. Trabajamos con la Orquesta de Freddie Martin y allí estábamos nosotros haciendo todo ese ruido. Probamos todo lo que sabíamos. Por lo general, Elvis podía poner al público de su lado. No funcionó esa vez..”

Parker quería probar un nuevo rumbo para su pupilo y lo intentó con un público clásico, más conservador, más maduro y por ello decidió programar estas actuaciones en las Vegas. Pero la gente estaba acostumbrada a algo que nada tenía que ver con lo que Elvis tenía que ofrecer. Elvis era frescura, energía en estado puro, llevaba dos años dejando un rastro de adolescentes frenéticas tras sus pasos, era una mezcla explosiva de sensualidad, Rhythm and Blues,

Gospel, Country…la génesis del Rock and Roll.

Desinhibido e innovador, iba contracorriente, rompiendo con todo lo convencional, con todas las normas clásicas musicales y culturales de la época. Ya lo dijo DJ Fontana “allí estábamos nosotros, haciendo todo ese ruido”. Y quizás eso es lo único que oiría aquel público de las Vegas, ya que sus oídos aún no podían, ni estaban preparados para escuchar a Elvis.

Las Vegas, se nutría musicalmente de sus Big Band, los espectáculos de Frank Sinatra, Dean Martín… y un estilo de música en la línea de la cultura musical más clásica. Un público que estaba más interesado en el glamour y en la sala de juegos de al lado, que en “el ruido” que hacían estos chicos.

Ese pequeño fracaso de Elvis, en el fondo, solo era una muestra más de que aquella audiencia adulta, glamurosa y adinerada, no estaba por la labor de lo que Elvis ofrecía. Era nada más y nada menos que una sociedad aferrándose a su estatus y a su conservadurismo. Pero la sensación de decepción y fracaso permanecería en Elvis clavada como una espina que afortunadamente se pudo quitar años después.

Aún así, Elvis no quedó impasible ante la fascinación de las Vegas. Le gustaba mucho y prometió volver a esta ciudad, aún sin poder imaginar lo que esa ciudad le depararía en el futuro y como se convertiría para él en la ciudad que quedó asociada a su nombre para siempre, que le adoró, le admiró, y en la que Elvis dejó su huella imborrable.

Pero para ello debería esperar hasta 1969, para una vuelta triunfal y sin precedentes a los escenarios, en el Hotel International, para mostrarle al mundo que su fuerza encima de un escenario seguía intocable, y hacer que la Ciudad del Pecado cayera, está vez sí, rendida a sus pies, para siempre…

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