"Elvis y el fotógrafo invisible" por Rosa García Mora

Elvis en el tren que le llevaba de Nueva York a Memphis, 4 de julio de 1956. Camino a casa

Elvis y el fotógrafo invisible

“Elvis se concentraba mucho en cada cosa que hacía. Daba igual que estuviera peinándose, con una chica o cantando. No le importaba lo que pasaba a su alrededor y eso le hacía perfecto para mi forma de entender la fotografía. Me gusta volverme invisible. Llegó un momento en el que podía estar a 90 centímetros de él, y ni siquiera me saludaba”.

“En aquel momento todo el mundo le decía lo que tenía que hacer. Yo era el único que le dejaba ser él. Era mi primer año como profesional y no me atrevía a dirigirle. Si me hubiera pillado dos años más tarde lo hubiera hecho. Ese es el motivo por el que las fotografías han envejecido tan bien”.

“Yo fui solo un nombre en una lista de fotógrafos. El freelance que contestó al teléfono cuando llamaron de la RCA. El que estaba disponible el 17 de marzo de 1956. Y al final se ha convertido en el encargo más largo de mi vida”.

Alfred Wertheimer

Las fotos de Wertheimer, no solo son las fotos del mito, del muchacho que se coronó como el artista que aquel año ya había convulsionado América; son a la vez un retrato de todo lo que era esa América que Elvis estaba poniendo patas arriba, la América del año 1956… los mostradores de comida en los restaurantes, la segregación racial, las estaciones de trenes y sus cafeterías, las tiendas donde Elvis miraba los escaparates con gran ilusión pensando si alguna vez podría llegar a comprarse aquella ropa que tanto le gustaba, el sabor de ese año en pleno cambio, tan importante en su vida y en su carrera. Y además de ser un retrato de aquella América, sus fotos han pasado a la historia como las más hermosas, las más cercanas y como los documentos gráficos más antiguos, importantes y más íntimos de la vida y la carrera artística de Elvis.

Wertheimer fotografió el alma del muchacho y del artista. Nadie jamás se acercó tanto a Elvis, como lo hizo su fotógrafo invisible.